Plantado en el Olimpo de los clásicos, Iron Maiden reafirmó anoche, ante 42.000 personas reunidas en Vélez para la segunda jornada del Quilmes Rock, que su arsenal de clásicos siempre son una celebración del mejor rock duro.
A apenas un año de su anterior visita (entonces en el estadio de Ferro) y con un listado de canciones prácticamente idéntico que se explica a partir del espíritu del "Somewhere Back in Time Tour" todavía en camino, la banda británica volvió a enamorar a sus fans (incluidos de Brasil y Paraguay a juzgar por las banderas que flameaban entre los asistentes) al desplegar la capacidad de sonar a la altura de su propio mito.
Podría decirse que en momentos en que el rock vive de nostalgias, regresos pasteurizados y fórmulas repetidas hasta el hartazgo, las repeticiones de Maiden son un vendaval de potencia que despeja un camino cautivante para el género.
La aceitada maquinaria que conforman Steve Harris (bajo), Bruce Dickinson (voz), Dave Murray (guitarra), Adrian Smith (guitarra), Janick Gers (guitarra) y Nicko McBrain (batería) cumplió con creces al repasar su propia historia y regaló otra noche difícil de olvidar para quienes gozan con su encendida propuesta.
Gran parte del espectáculo (con explosiones y llamaradas incluidas) se desarrolló sobre un escenario ambientado según la estética egipcia del álbum "Powerslave" (1984).
"Aces High", "Wrathchild", "2 Minutes To Midnight", "The Trooper", "Iron Maiden", "The Evil that Men Do", "Rime of the Ancient Mariner" y "The Number of the Beast" fueron algunos de los temas esenciales de un repertorio implacable y sin fisuras.
"Este es nuestro concierto más grande en la Argentina. Vamos a volver en 2011; el año que viene saldrá un nuevo álbum de estudio de Iron Maiden y el documental en el que ustedes son las estrellas. Los vamos a extrañar", bramó Dickinson entre la gratitud y el manual del buen promotor.
La velada dura del encuentro rockero también reunió, desde las 17 hasta las 21, cuando irrumpió Maiden, a Lauren Harris Band, O'Connor, Horcas y Sepultura.
La banda brasileña radicada en Estados Unidos mantiene su nombre y su potencia aunque el único sobreviviente de su formación original sea el bajista Paulo Jr.
Para fundar esa riesgosa premisa, el conjunto que desde hace una década perdió a su líder Max Cavalera, basó su set en las canciones que le hicieron ganar fama mundial entre los escuchas del rock pesado.
Bajo la batuta del cantante norteamericano Derrick Green, el combo convenció al transitar los probados "Refuse Resist", "Territory" y "Roots Bloody Roots".
La continuidad del festival aún tiene dos veladas: el próximo sábado en River será el turno de Los Piojos, Divididos, Los Cafres y Kapanga y un día más tarde se cerrará en el mismo Monumental con las presencias de Kiss, Ratones Paranoicos, Las Pelotas, Molotov y Massacre. (Telam)
A apenas un año de su anterior visita (entonces en el estadio de Ferro) y con un listado de canciones prácticamente idéntico que se explica a partir del espíritu del "Somewhere Back in Time Tour" todavía en camino, la banda británica volvió a enamorar a sus fans (incluidos de Brasil y Paraguay a juzgar por las banderas que flameaban entre los asistentes) al desplegar la capacidad de sonar a la altura de su propio mito.
Podría decirse que en momentos en que el rock vive de nostalgias, regresos pasteurizados y fórmulas repetidas hasta el hartazgo, las repeticiones de Maiden son un vendaval de potencia que despeja un camino cautivante para el género.
La aceitada maquinaria que conforman Steve Harris (bajo), Bruce Dickinson (voz), Dave Murray (guitarra), Adrian Smith (guitarra), Janick Gers (guitarra) y Nicko McBrain (batería) cumplió con creces al repasar su propia historia y regaló otra noche difícil de olvidar para quienes gozan con su encendida propuesta.
Gran parte del espectáculo (con explosiones y llamaradas incluidas) se desarrolló sobre un escenario ambientado según la estética egipcia del álbum "Powerslave" (1984).
"Aces High", "Wrathchild", "2 Minutes To Midnight", "The Trooper", "Iron Maiden", "The Evil that Men Do", "Rime of the Ancient Mariner" y "The Number of the Beast" fueron algunos de los temas esenciales de un repertorio implacable y sin fisuras.
"Este es nuestro concierto más grande en la Argentina. Vamos a volver en 2011; el año que viene saldrá un nuevo álbum de estudio de Iron Maiden y el documental en el que ustedes son las estrellas. Los vamos a extrañar", bramó Dickinson entre la gratitud y el manual del buen promotor.
La velada dura del encuentro rockero también reunió, desde las 17 hasta las 21, cuando irrumpió Maiden, a Lauren Harris Band, O'Connor, Horcas y Sepultura.
La banda brasileña radicada en Estados Unidos mantiene su nombre y su potencia aunque el único sobreviviente de su formación original sea el bajista Paulo Jr.
Para fundar esa riesgosa premisa, el conjunto que desde hace una década perdió a su líder Max Cavalera, basó su set en las canciones que le hicieron ganar fama mundial entre los escuchas del rock pesado.
Bajo la batuta del cantante norteamericano Derrick Green, el combo convenció al transitar los probados "Refuse Resist", "Territory" y "Roots Bloody Roots".
La continuidad del festival aún tiene dos veladas: el próximo sábado en River será el turno de Los Piojos, Divididos, Los Cafres y Kapanga y un día más tarde se cerrará en el mismo Monumental con las presencias de Kiss, Ratones Paranoicos, Las Pelotas, Molotov y Massacre. (Telam)